1.11.13

Memorias del Río San Juan


(A María Kautz, mi abuela)


Se me escapa del bolsillo con la voz ronca de los llanos, un vaso matutino de ron, a caballo o en tractor, el Derby en una mano y un martillo en la otra dispuesta a fulminar la quietud del paisaje. La nostalgia tiene los ojos azules y se mete en los nudos de mi desvelo cuando la noche se queda callada. 


Yo la espero. Con sus pantalones caqui, su camisa blanca y su sombrero. Juntas vamos a buscar clavos y fierros porque no se vive sin reparar motores o revisar el sistema eléctrico. Yo camino detrás y la contemplo. Sabe que algo suyo tengo, que algo reparo y algo arreglo, pero me tropiezo contra todo y todo lo atropello, que apilo versos como el abuelo. Cuando se da por vencida porque nada útil me nace de las manos y casi nada enderezo, muerde la colilla, se mete en su hamaca y vuelve al bolsillo con el resto de mis muertos.

Hay seres pegados a los días, seres que guardamos para que no escapen, seres para siempre. Nada que hacer, la vida no transa sus contratos temporales de arriendo.Elisa Maturana Coronel
marzo 2010