7.9.09

Cazador de ruiseñores

Cuanto más intenso es su deseo por retenerlo más rápido se aleja. Afirma la mano para que no escape. Tanto, que lo ahoga. Y en su angustia por revivirlo una intensidad que aplasta y destruye. Así muere pues el ruiseñor en las manos de un soñador desesperado por poseerlo.